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Colecciones

En Silencing the Past (Silenciando el pasado), Michel-Rolph Trouillot nos recuerda que el pasado existe en sus rastros materiales, y que esos rastros materiales se producen: nuestro pasado es un producto, y también sus consecuencias. Trouillot señala al poder como motor de esa producción: “las desigualdades vividas por los actores conducen a un poder histórico desigual en la inscripción de las huellas… Las fuentes son, por tanto, instancias de inclusión, cuya otra cara es, por supuesto, la excluida” (48).

Ahora presenciamos una nueva e intensa ronda de (re)producción de ese pasado en forma de bibliotecas digitales de todo tamaño. Vemos la cuidadosa curación de textos en ricas ediciones académicas en línea, así como una digitalización masiva de mala calidad; vemos que los carteles del conocimiento con fin de lucro producen “bases de datos” sustanciales de fuentes de archivo remediadas, disponibles por alquiler, como Netflix para instituciones de investigación solventes; vemos comos las bibliotecas, tanto las grandes como las pequeñas, intentan ponerse al día ofreciendo sus propios fondos en acceso abierto; vemos las bibliotecas en la sombra, las gigantescas producidas con el cuidado pirata de los europeos del Este, así como las hechas a pura pisada de las redes a domicilio cubanas de USBs; en nuestro Caribe, tenemos el honor de disfrutar de una de las bibliotecas digitales más grandes de cualquier región del mundo, dLoC, así como un sin número de colecciones temáticas pequeñas, cuidadosamente seleccionados por los eruditos que más se preocupan por ellas.

Los artefactos resultantes de toda esta creación de archivos, que se muestran a continuación, residen entre el impulso de recolectar “la membrana desechada de esta Gran Casa”—como diría el poeta Derek Walcott—con fines de lucro o autoridad, y el impulso de curar, para cuidar de nuestros rebeldes locales más preciados. Creemos, siguiendo el ejemplo de Kim Gallon en “Making a Case for the Black Digital Humanities (Abogando por las humanidades digitales negras), que las tecnologías de recuperación “también son fundamentales para el Caribe digital,” y en las siguientes curaciones encontramos algunas de sus avenidas más prometedoras.